Me apetecía mucho ir a este restaurante. El barrio donde se sitúa es de mis preferidos, está decorado por Federica, de Federica&Co. (ya os conté un curso que hice con ella espectacular) y la comida que ofrecen me encanta. Así que, sin dudarlo, saqué un hueco este finde y allí nos plantamos el sábado a comer.
Al entrar se respira naturaleza por todos los lados. Muebles de madera, leña que deja olor a casa de campo, fotos de aves, vegetación... Cada rincón que mires es inmejorable.
En la planta de calle hay algún sofá y mesitas para citas informales, mientras que en la parte de arriba se encuentra el comedor, muy amplio y con una impresionante cocina vista.
El estilo es bastante neutro y moderno. Las mesas no están vestidas con mantel pero no les hace falta, ya que la preciosa cerámica, la servilleta bordada y la cristalería adornan el espacio lo suficiente.
Su carta está centrada unicamente en el corral. Todo tipo de aves (algunas no sabía ni que existían) cocinadas de diferentes maneras, pero todos los platos llevan algo relacionado con estos animalitos voladores.
De entrantes ofrecen platos como: alitas de pollo, ensalada de perdiz, croquetas de ave... Y de segundo te cocinan el pajarito que elijas a las brasas o en rotisserie.
En cuanto a los postres, los simpáticos camareros te dicen la variedad que tienen, que no es muy amplia pero apta para todos los gustos.
No tiene mucho misterio ni ofrecen cantidad de platos, pero buscan buena materia prima de granjas sostenibles, donde la alimentación de los animales es totalmente natural. Eso para mi es suficiente, ¡y me sobra!
Codorniz en tempura, pichón a la rotisserie con guarnición de patatas fritas, codorniz al espeto con guarnición de verduras al vapor, y tarta de limón.
Tuvimos una experiencia genial, una atención inmejorable y la calidad de los productos buenísima. Eso sí, aviso que no es barato, pero merece la pena.
Dirección: C/ Orfila 7
Tlf: 911 704 228
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